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Dra. Maria del Carmen Salazar era una estudiante universitaria de primera generación, quien nació en México y emigró a los Estados Unidos con su familia a una temprana edad. La familia de la doctora Salazar se estableció en el norte de Denver o el “Northside” como ella llama con cariño a su barrio.
Como la primera mujer de color para ser una profesora titular en DU’s Morgridge College of Education, la doctora Salazar ha tomado el rol de pionera para inspirar a sus colegas, estudiantes y familiares. Ella carga la pesada responsabilidad de ser la única persona en el cuarto que puede hablar sobre las experiencias de comunidades marginadas para crear un cambio equitativo, pero también para empoderar las voces calladas de su comunidad.
Una de siete hijos, la doctora Salazar, fue la única quien persiguió educación universitaria, logrando un doctorado, pero eso vino con varios desafíos. Para la doctora Salazar, el aspecto más difícil fue navegar su educación por los recursos limitados que tenía a su disposición.
Aunque se graduó décima en su clase de secundaria, ella no se sentía preparada para las demandas que el colegio requería de ella. Por otra parte, sus padres tenían miedo del camino desconocido que su hija iba a embarcar, y también, tuvieron confusión en porque su hija no se ponía a trabajar y generar dinero para continuar sus estudios. Pero cuando la doctora Salazar obtuvo su licenciatura, maestría y doctorado, sus padres estaban en cada graduación muy orgullosa de ella, y al fin se dieron cuenta de que todas esas ansias y dudas valieron la pena.
El amor profundo que la doctora Salazar tuvo para leer y aprender fue lo que la motivó para alcanzar las estrellas e ir al colegio, aunque su relación con la educación no era fácil. En su libro, “Teacher Evaluation as Cultural Practice: A Framework for Equitable and Excellent Teaching,” la doctora Salazar narra sus experiencias durante su educación para conectarlas con su investigación.
“En mi libro, Teacher Evaluation, escribí mis historias. Una de ellas cuenta sobre mi maestra de primer grado, cuál robo mi humanidad… Me pusieron en una situación donde nadas o te hundes, cuál era [aprender en] inglés. Nunca aprendí sobre alguien que se pareciera a mí e inglés fue el único idioma que aprendimos. Estaba completamente invisible en el plan de estudios… lo cual resultó en que me alejara de quién era y me sentí avergonzada del color de mi piel, de [mi] cultura, de [mis] padres y de mi lengua materna. Fui borrada en el plan de estudios. Realmente se trata de la supremacía blanca que está arraigada en nuestro sistema escolar,” dijo Salazar.
La lucha por aceptar su identidad en un sistema que estaba bajo representada e invisible siguió a la Dra. Salazar hasta la escuela secundaria, cuando pudo reconectarse con su cultura y desarrollar su identidad étnica. Gracias a las clases de español de colocación avanzada y estudios Chicanos, la Dra. Salazar finalmente se sintió visible.
Antes de la secundaria, la Dra. Salazar sentía que la excelencia académica era la única manera de sentirse visible y validada, pero ser una estudiante del cuadro de honor no le daba el sentido de valor que deseaba. Al embarcarse en su viaje universitario, la alegría que le habían brindado los estudios Chicanos y de español fue rápidamente reemplazada por la resurgida decepción de la supremacía blanca y como continuaba en la educación universitaria.
“Sentí que cuando llegara a la universidad, mis profesores me iban a dar este conocimiento. Fue muy decepcionante ver reforzada la supremacía blanca en la educación superior. Me di cuenta de que iba a tener que hacerlo sola, aprender mi idioma y mi historia,” dijo Salazar.
La conceptualización de la pedagogía humanizadora de Paulo Freire en, Pedagogía del Oprimido, refleja la propia experiencia de la Dra. Salazar con la educación y se ha convertido en un aspecto central de su trabajo. Como profesora de Currículo e Instrucción y Formación Docente en el Morgridge College of Education de DU, tiene 38 trabajos publicados y ha dado 155 presentaciones locales, nacionales e internacionales sobre la pedagogía humanizadora.
“La pedagogía humanizadora es una forma de crear conciencia entre el maestro y el estudiante, de modo que se humanice mutuamente, cuál resulta en una conciencia de la desigualdad y luego en acciones para desmantelarla y crear equidad o igualdad. Es su concepto [de Freire], pero lo que hice fue construirlo, tome la idea y forme cinco inquilinos. Luego mostré mis propias historias al respecto y ayudé a ponerlas en práctica en mi propia investigación. Yo llegué a la pedagogía humanizadora porque tuve una experiencia muy deshumanizante en la escuela,” dijo Salazar.
La pedagogía humanizadora validó la experiencia educativa de la Dra. Salazar y fue una descripción precisa de lo que había vivido.
“Finalmente, tuve las palabras para decir que esto es lo que me paso a mí y tuve la oportunidad de utilizar las investigaciones y las enseñanzas humanizadoras, para que se transmita de una manera que tenga impacto. Mi forma de enseñanza en la educación universitaria también es muy intencional en humanizar,” dijo Salazar.
En medio de toda la injusticia y las dificultades, la Dra. Salazar pudo encontrar un lado positivo de sus experiencias, lo cual la transformo en la mujer exitosa que es hoy en día y estas experiencias la han llevado a estar en una posición de poder para mejorar las experiencias de generaciones futuras. “La Rosa que Surgió del Hormigón,” de Tupac Shakur, ha trascendido a convertirse en una descripción de la vida de Salazar.
“Esa fue mi experiencia, había belleza y dureza y eso me hizo quién soy. Es una fuente de resiliencia y poder. ¿Cómo tomamos esta deshumanización y continuamos humanizándonos y viéndola como una fuente de fortaleza? Cómo puedo usar lo concreto que hay dentro de mí para hacer el bien y generar un impacto,” dijo Salazar.
Las barreras que la Dra. Salazar ha roto al ser una estudiante universitaria de primera generación, la primera mujer de color en ser titular, la primera decana asociada latina, defensora de las escuelas públicas de Denver (DPS) y autora principal de una investigación sobre el estado de la comunidad latina que fue presentado al Congreso de los Estados Unidos en 2018, son testimonios de su inquebrantable resiliencia, fuerza y valor. A pesar de tantos logros, estos logros no se cumplieron, fácilmente.
A los seis años, la Dra. Salazar y su familia vivieron una pérdida terrible, su hermano de cinco años falleció mientras jugaban a las escondidas en México. Después, surgieron problemas en el hogar, lo que obligó a la Dra. Salazar a aprender a vivir dos identidades distintas, una en casa y otra en la escuela. Su educación estadounidense enfatizó los valores individualistas, mientras que su cultura mexicana enfatiza el colectivismo.
Ser individualista en casa tuvo consecuencias, lo que finalmente obligó a Salazar a convertirse en dos niñas diferentes, una de escuela y otra de casa. A pesar de las dificultades, los éxitos que la Dra. Salazar ha logrado demuestra que una rosa sí puede crecer a partir del cemento.
“Les digo a mis hijos, no podemos evitar ser grandes, tenemos la grandeza en la sangre. Nuestros antepasados son los aztecas, los incas y los mayas. Eran astrónomos, curanderos, ingenieros, educadores y maestros. La grandeza está en nuestra sangre. Pero tuve que aprender eso yo sola,” dijo Salazar.
Hubo veces en que la doctora Salazar rechazó su identidad étnica y cultural, pero ahora acepta y es orgullosa de su herencia mexicana y latina. Los buenos recuerdos que guarda en medio de toda la dureza son sus tesoros que guarda en su mochila. Su maestro de kínder, Sr. Lopez, fue la primera persona que creyó en su inteligencia y le dijo que era tan inteligente que podía aprender en dos idiomas. Sus tesoros no sé limitan a sus recuerdos, sino también a las culturas que la han formado.
Viviendo y creciendo en los Estados Unidos vino con muchas oportunidades, pero también tuvo parte en su lucha de encontrar su identidad. En México, la miraban como “gringa,” pero en los Estados Unidos le preguntaban de dónde era. La lucha de encontrar una identidad en que encajar resultó en que la Dra. Salazar se conformó con la idea de que no era ciudadana de ningún lado.
“Crecí sintiéndome como una ciudadana de ningún lado. Pero ahora, como he tenido más experiencias internacionales y he viajado por todo el mundo, me siento como si fuera una ciudadana de todas partes. Entonces mi mochila tiene tesoros que incluyen no solo mi cultura mexicana, si no también la cultura estadounidense y las culturas internacionales. Aprendes a sumar tesoros y se vuelven muy brillantes,” dijo Salazar.
Ahora, comenzando su vigésimo año en la Universidad de Denver, la Dra. Salazar refleja sobre la influencia integral que algunos de sus maestros han tenido en ella, y, en cambio, en sus hijos. Salazar pronto va a tener tres graduados universitarios, su hija, una alumna reciente de DU, y dos hijos que están estudiando en CU Boulder. En sus puestos de liderazgo, Salazar espera realizar cambios equitativos en el sistema educativo en DU, DPS y más allá.
“Parte de creer en uno mismo es que tienes que verte a ti mismo en estas posiciones. Tienes que creer que eres capaz, tienes que creer que te lo has ganado y tienes que creer que la gente te apoyara en el camino,” dijo Salazar.